El “chat entre papis y mamis” es una herramienta relativamente novedosa dentro de las comunidades escolares. Sin embargo, todo nuevo medio de comunicación puede traer aparejados ciertos conflictos; pero eso no significa que la herramienta sea responsable de los malentendidos que allí se producen. Porque este tipo de chats, así como tienen sus desventajas, también tienen sus beneficios.
En primer lugar, los estudiantes suelen sentirse más relajados si todo lo que respecta a los padres y alumnos se comunica por este medio. Por ejemplo, si se olvidaron de avisar a su padre o madre que debían comprar un material específico para la escuela, es posible que los padres ya lo hayan comprado porque lo leyeron previamente por el chat.
Por otro lado, si hay algún problema en la institución es mediante este medio que los padres pueden informarse y actuar en el momento. Por ejemplo, recuperar una mochila olvidada o incluso actuar frente a conflictos entre niños que ameritan la intervención de los adultos.
Sin embargo, los grupos de WhatsApp también pueden ser un arma de doble filo. Por un lado, puede pasar que la mayoría de las decisiones se tomen a través de este chat, dejando de lado la opinión o el punto de vista de los estudiantes. Esto les quita cierta independencia y los deja sin poder de decisión. “¿Por qué un padre debe intervenir en la elección del color de nuestro buzo de egresados?”, podría preguntarse un adolescente.
Esta vía de comunicación rápida y eficaz puede ser una solución increíble para los niños pequeños, ya que estos no tienen la posibilidad de tomar ciertas decisiones que respectan a los adultos.
¿Cómo sacarle el mejor provecho al grupo de padres?
Si bien la herramienta resulta un canal de información muy útil para las mamás o los papás, también es foco de prácticas que pueden resultar molestas para los integrantes del grupo, e incluso marcar algunas disputas.
Es por esto que debemos aprender a marcar algunos límites y entender los de los demás para poder tener una convivencia virtual lo más armoniosa posible. Te damos algunos consejos:
- Medir el nivel de relevancia del mensaje.
Es importante aprender a identificar si es realmente necesario enviar el mensaje que estamos escribiendo. Para eso, podemos preguntarnos: ¿traerá alguna solución o solo será una fuente de conflicto? ¿Es algo que puedo solucionar directamente con mi hijo? Si respondes esas dos preguntas y querés enviar el mensaje de todas formas, envíalo.
- Establecer límites.
Poner límites o reglas en un grupo no es ningún pecado. Por ejemplo, establecer horarios de envío de mensajes y no enviar mil veces un “gracias” puede ayudar a crear un ambiente más cómodo para todos los miembros del grupo.
- No enviar audios.
No todos los participantes pueden escuchar audios. Por eso, siempre que se pueda, es importante dejar los mensajes por escrito, así se evitan malentendidos.