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¿Comerse las uñas es dañino para los niños?

Comerse las uñas, técnicamente conocido como onicofagia, es un hábito común en niños y adultos por igual. Si bien es una conducta que a menudo se considera inofensiva, puede tener efectos negativos, especialmente en los niños en etapas de desarrollo. 
¿Comerse las uñas es dañino para los niños?

Comerse las uñas, técnicamente conocido como onicofagia, es un hábito común en niños y adultos por igual. Si bien es una conducta que a menudo se considera inofensiva, puede tener efectos negativos, especialmente en los niños en etapas de desarrollo. 

¿Por qué comerse las uñas puede ser dañino para los niños?
  • Infecciones: Las uñas son un refugio para bacterias y gérmenes. Al morderlas, los niños pueden introducir estos microorganismos en la boca, lo que aumenta el riesgo de infecciones.
  • Daño Dental: Puede dañar los dientes y las encías. La presión repetida y el contacto de las uñas pueden afectar el esmalte dental y provocar problemas dentales a largo plazo.
  • Deformación de las Uñas: La acción constante de morderse puede causar deformación lo que puede afectar su crecimiento saludable.
  • Heridas: Morderselas puede llevar a cortes, desgarros e irritación en la piel de los dedos. 
  • Trastornos de Ansiedad: En algunos casos, el hábito de comerse las uñas puede estar relacionado con la ansiedad o el estrés. 

¿Cómo abordar el hábito con tus hijos? 

Habla con tu hijo y escucha sus motivos y preocupaciones, y explícale los posibles efectos negativos. Una vez identificado el “porque”, podrán trabajar juntos para encontrar alternativas para enfrentar esos momentos. Podés ofrecerle alternativas, como ejercicios de relajación, técnicas de respiración o actividades manuales.

También reforzando la autoestima, ya que puede reducir la necesidad de recurrir a comportamientos destructivos como comerse las uñas. O establece un sistema de recompensas positivas para motivarlos a no hacerlo durante un período de tiempo. 

Es esencial que se consulte a un profesional si el hábito persiste y parece estar relacionado con problemas emocionales o ansiedad más profundos.  Abordar este hábito de manera comprensiva y estratégica puede ayudar a los niños a superarlo y a desarrollar mecanismos de afrontamiento más saludables.

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