El colecho, una práctica en la que los bebés o niños pequeños duermen en la misma cama o habitación que sus padres, es objeto de debate desde hace unas décadas. Algunos defienden esta técnica como una forma natural y beneficiosa de promover el apego y la lactancia materna, mientras que otros la consideran peligrosa y potencialmente perjudicial para la seguridad del niño y la calidad del sueño de los padres.
Si bien cada padre termina haciendo lo que más se acomoda a su estructura y rutina familiar, lo cierto es que es válido repasar los diferentes puntos alrededor de esta problemática. En este artículo se exponen las diferentes opiniones sobre el colecho y si efectivamente es dañina o no para el pequeño.
COLECHO: ARGUMENTOS A FAVOR O EN CONTRA
Entre los aspectos positivos del colecho se encuentra su capacidad para promover el vínculo emocional entre padres e hijos. Dormir juntos puede fortalecer la sensación de seguridad y cercanía entre el niño y sus cuidadores, lo que puede tener efectos positivos en su desarrollo emocional y psicológico a largo plazo. Además, facilita la lactancia materna, ya que permite que la madre amamante al bebé durante la noche sin tener que levantarse de la cama, lo que puede promover una lactancia más prolongada y exitosa.
Otro beneficio es la conveniencia para los padres. Tener al bebé cerca durante la noche puede facilitar la atención de sus necesidades sin tener que levantarse de la cama, lo que puede resultar especialmente útil para las madres lactantes o aquellos que desean minimizar las interrupciones del sueño durante la noche. Además, puede ayudar a los padres a sentirse más tranquilos y seguros, ya que les permite monitorear de cerca la respiración y el bienestar de su hijo mientras duerme.
Sin embargo, el colecho también plantea preocupaciones y riesgos potenciales que deben tenerse en cuenta. Uno de los principales riesgos es el aumento del riesgo de asfixia, sofocación o estrangulamiento para el bebé. Dormir en la misma cama que los padres o en una superficie blanda, como un sofá o un sillón, aumenta el riesgo de que el bebé se enrede en las sábanas o almohadas, lo que puede dificultar su capacidad para respirar. Además, la presencia de los padres en la cama puede aumentar el riesgo de que el bebé sea aplastado accidentalmente mientras duerme.
Otra preocupación relacionada es su impacto en la calidad del sueño de los padres. Para algunos padres, el colecho puede resultar en interrupciones frecuentes del sueño debido a la proximidad constante del bebé y sus movimientos durante la noche. Esto puede provocar fatiga y somnolencia durante el día, lo que puede afectar negativamente su capacidad para cuidar al bebé y funcionar de manera efectiva en otras áreas de sus vidas.
La realidad es que cada familia se adaptará como puede a la crianza del pequeño, y depende de cada uno la forma en la que se podrá enseñar al bebé a donde dormir. Mientras se tengan los recaudos necesarios, el colecho puede funcionar durante los primeros años de vida del bebé.