Al momento de tener un hijo, una de las preguntas que más se plantean los padres tiene que ver con el tipo de crianza que quieren tener para sus hijos. Si bien muchos de ellos deciden seguir un modelo tradicional, otros optan investigar algunas opciones y terminan eligiendo unas que son menos comunes pero mejores para los niños.
Algunas de las versiones más modernas incluyen mucho la sensación del pequeño, en donde la prioridad es ver cómo se siente y encontrar formas de comunicación más amenas y sencillas para que los menores entiendan. No se trata solo de imponer límites, ya que eso generalmente excede su capacidad intelectual y terminan siendo oprimidos.
CRIANZA INTELIGENTE: COSAS A TENER EN CUENTA
Lo principal es encontrar momentos para a estar a solas con el pequeño. La crianza inteligente propone conocer el niño desde él, y no desde su rol de hijo. Esto incluye tener conversaciones con el pequeño, que cuente que cosas les gustan, de qué forma, cómo se sintió en tal momento del día, etc. De esa forma se construye un dialogo con el padre que lo hace sentir seguro y protegido.
Lo segundo tiene que ver con la forma en la que el chico ve al padre. Lo cierto es que muchas veces, los adultos no quieren dejar de lado su posición de autoridad frente a sus hijos, y en consecuencia terminan generándoles a los chicos una presión enorme para que quieran siempre satisfacerlos. Es muy importante que desde pequeños, los papás puedan elogiar las cosas que los chicos hacen bien, así construyen una buena autoestima.
Cuando llegue el momento de imponer límites o de pedirles a los niños que hagan algo, que sin dudas son parte de la vida cotidiana, lo clave es hacerlo de manera más clara posible. Actuar como si ellos supiesen todos es un grave error, por lo que las tareas tienen que ser sencillas para que ellos puedan hacer, además de comprensibles.
La crianza inteligente también pone mucho foco en motivar a los niños creativamente. Que el chico pueda explorar su creatividad, no solo va a ayudar a los padres a que él se entretenga solo, sino que va a servir para que de más grande pueda encontrar soluciones a sus problemas sin mucho sobresalto. Explorar eso es vital para construir una personalidad adulta fuerte.
Finalmente, un último consejo tiene que ver con la forma en la que el adulto se quiere proyectar frente al niño. No hay que olvidar que los nenes son nenes, y que los padres son el modelo a seguir. Si frente a una situación de estrés, el padre no sabe cómo comportarse, difícilmente pueda hacerlo el niño también.
La crianza inteligente tiene dos caudales: el del nene y el del papá. Es un camino que exploran los dos juntos en el conocimiento del uno y del otro, y de la construcción de ambas personalidades. El crecimiento es dual y de a poco se forma un vínculo sano, fuerte y duradero en el tiempo.