Durante el primer año de vida, el cerebro experimenta un crecimiento y una maduración significativas, lo que le permite al bebé adquirir una serie de habilidades fundamentales para su supervivencia y desarrollo cognitivo.
El cerebro del bebé experimenta un rápido crecimiento en tamaño y complejidad. A medida que se forman las conexiones neuronales y se desarrollan nuevas células cerebrales, el bebé comienza a mostrar signos de conciencia y a responder a estímulos externos. A partir del segundo trimestre, el cerebro comienza a especializarse en diferentes áreas, lo que le permite desarrollar habilidades como la percepción visual, la memoria y la coordinación motora.
Los indicadores de desarrollo son las habilidades como dar el primer paso, sonreír por primera vez y mover la mano para saludar. Los niños alcanzan estos indicadores en la forma de jugar, aprender, hablar, comportarse y moverse (por ejemplo, gatear, caminar o saltar).
Pero en el primer año, los bebés aprenden a enfocar la vista, a estirarse, a explorar y sobre las cosas que los rodean. A los tres meses, es capaz de seguir objetos con la mirada y de distinguir entre colores y formas. Además, comienza a reconocer caras familiares y a sonreír como respuesta a estímulos sociales. Durante el cuarto y quinto mes, el cerebro se enfoca en el desarrollo de habilidades motoras, como sentarse y gatear. También comienza a experimentar emociones más complejas, como la alegría y la frustración.
A los seis meses, el bebé es capaz de entender y responder a su nombre, y comienza a balbucear y emitir sonidos. Durante el séptimo y octavo mes, el cerebro se enfoca en el desarrollo del lenguaje receptivo, lo que le permite comprender palabras y frases simples.
A los nueve meses, el bebé es capaz de gatear y ponerse de pie con ayuda. También comienza a mostrar un mayor interés por las personas y a imitar sonidos y gestos. Durante el décimo y undécimo mes, el cerebro se enfoca en el desarrollo del lenguaje expresivo, lo que le permite comunicarse de forma más efectiva. También comienza a experimentar con diferentes patrones de movimiento, lo que le ayuda a desarrollar su coordinación motora.
Al cumplir un año, el cerebro del bebé ha experimentado un crecimiento y una maduración significativos, lo que le permite adquirir una serie de habilidades fundamentales para su desarrollo cognitivo y emocional. Durante este tiempo, va aprendido a reconocer el mundo que lo rodea y a comunicarse de forma efectiva con las personas que lo cuidan. A medida que el bebé continúa creciendo y desarrollándose, su cerebro seguirá madurando y especializándose en diferentes áreas, lo que le permitirá adquirir nuevas habilidades y conocimientos.
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